Por Antonio Sánchez
Históricamente, las mujeres mayas (y algunos hombres) se han criado tejiendo en telares de cintura. Estos son hilos de urdimbre* estirados entre dos palos o barras finales que se fijan a una correa de respaldo alrededor de las caderas de la mujer en un lado, mientras que el otro lado está fijado por una cuerda a un árbol, arbusto, poste o cualquier otro objeto similar.
Los palos hechos de pino o bambú tienen varias funciones, como controlar la urdimbre y separando las urdimbres impares de las pares. El telar de cintura puede enrollarse en un pequeño paquete cuando no está en uso, y es fácil de transportar. Las mujeres se sientan y tejen mientras esperan la llegada de un bus, venden sus productos en el mercado, o entre tareas en el hogar.
Telar de cintura. Foto: Guioteca.com
En contraste con el telar de cintura, el telar de pedal es un artilugio de madera grande y difícil de mover, por lo que debe quedarse en un lugar fijo. Algunos hombres mayas utilizan el telar de pedal para tejer grandes cantidades de materiales con colores y patrones mayas, los cuales posteriormente se pueden modificar y vender a los turistas como manteles para mesa, servilletas, cubrecamas, cojines, adornos para la pared, playeras para hombres, vestidos para mujeres, cintas o muchos otros productos.
Telar de pedal. Foto: transdoc.com
Aunque algunos de estos productos también son tejidos en telares de cintura, el telar de pedal es capaz de manejar grandes cantidades de material para crear artículos apreciados por los turistas, por lo que toma el lugar del telar de cintura como un dispositivo más eficiente para producir tejidos rápidamente.
Las mujeres mayas aprovechan la luz de las primeras horas del día para tejer mientras no están ocupadas con otras tareas.
Por ejemplo, una típica mujer indígena se levanta a las 5 de la mañana, barre los pisos de tierra con una escoba, sale a ver si las gallinas han puesto huevos, regresa para preparar el fuego en el pollo (una especie de horno a base de leña), y durante la siguiente hora lleva el maíz al molino para molerlo, o si no tiene el dinero para pagarle al molino, ayuda a su madre a molerlo para prepara la masa de las tortillas. Posteriormente, tortea varias docenas de tortillas y las cocina en un comal. Esta es la alimentación básica de los hombres que se preparan para ir al campo. Luego, repite esta tarea otras dos veces.
Al medio día, camina varios kilómetros para llevar tortillas calientes, frijoles y arroz a los hombres en los campos. Cuando los hombres regresan por la tarde, con suerte las tortillas son acompañadas con pepián. Entre estas comidas, lleva agua a su casa para limpiar y beber. Lava los utensilios de cocina, cuida a sus hermanitos, friega la ropa en el río o en la pila, cuelga la ropa para que se seque, cose, va al mercado para vender, intercambiar o comprar lo necesario, y realiza innumerables otras tareas.
Esto no deja mucho tiempo para que pueda tejer sin interrupciones. Los complejos patrones de un huipil pueden tomar varios meses para ser finalizados. Una tejedora hábil prepara un “patrón” en papel antes de empezar un proyecto complicado. Escoge cuidadosamente los colores, medidas, diseño y motivo para su huipil, que es la prenda de vestir más simbólicamente densa. Generalmente, están compuestos por dos paneles rectangulares que se tejen separadamente y luego se cosen para unirlos, con una apertura cuadrada o redonda en la parte superior para la cabeza y separaciones en los lados para los brazos.
Foto: Cromocultura.com
Las mujeres empiezan a tejer desde muy temprana edad, y adquieren habilidad y destreza al llegar a la madurez. Una niña de cinco años puede empezar tejiendo una servilleta que se usa para envolver y mantener calientes las tortillas, o para cubrir canastos o comida. Así da inicio su proceso de aprendizaje, que dura varios años.
Debido a que los tejidos mayas se han vuelto tan populares en los mercados internacionales, la venta de estos tejidos se ha convertido en una importante fuente de ingresos para miles de familias. Muchas mujeres apartan dos o tres huipiles como si fueran cuentas de ahorros, para vender en tiempos difíciles. La venta de sus tejidos a los turistas ha propiciado que muchas mujeres indígenas dejen la casa y viajen mucho más de lo que lo hacían anteriormente.
En vez de tejer, algunas mujeres se convierten en vendedoras de tejidos y artesanías mayas en los mercados más populares para turistas, como Panajachel, Antigua y Chichicastenango. En muchas ocasiones, si se le ofrece el precio adecuado, una mujer puede aceptar vender el huipil que lleva puesto.
Huipil de San Mateo Ixtatán, Huehuetenango par venta a turistas. Foto: honeywoodvintage.com
Por todo esto, ya no es fácil identificar el pueblo de origen de una mujer solo por su huipil, ya que puede haber reemplazado su huipil tradicional por uno que compró en una oferta en otro pueblo. De hecho, algunas mujeres, principalmente las que pertenecen a sectas evangélicas, renuncian a vestir huipiles.
Actualmente, muchas mujeres encuentran más lucrativo vender los huipiles que tejen, sustituyéndolos por blusas baratas de algodón, aunque siguen utilizando el corte. Otras tejedoras son influenciadas por diseños y motivos que observan en diferentes pueblos o entre los turistas internacionales, y los adaptan a sus tejidos. Por ejemplo, se pueden encontrar huipiles bordados con perritos french poodle o cohetes, los cuales no son exactamente parte de la tradición maya…
Urdimbre: conjunto de hilos colocados en paralelo y a lo largo en el telar para pasar por ellos la trama y formar un tejido.
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