Por: Yessica Reyes
Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe. Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad (amor). Informan y vivifican todas las virtudes morales.
Fe
Es la virtud por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado. Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios.
Esperanza
Es por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en el auxilio de la gracia del Espítitu Santo.
Caridad
Por esta virtud amamos a Dios sobre todas las cosas por El mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad.
Las virtudes humanas son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Pueden agruparse en torno a cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Prudencia
Dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.
Justicia
Consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.
Fortaleza
Asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien.
Templanza
Modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los bienes creados.
Publicado por: Yessica Reyes/deguate.com
Fuente: ecatolico.com
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