Misterio de Unidad
En su discurso sobre el Pan de vida Jesús mismo presentó la Eucaristía como el sacramento de la unión con él: “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 56). Es una verdadera compenetración de Cristo con nosotros y de nosotros con Cristo.
El Vaticano II afirma: Cristo, “antes de ofrecerse víctima inmaculada en el altar de la cruz, oró al Padre por los creyentes diciendo: “que todos sean uno, como tú, Padre está en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros…” (Jn 17, 21); e instituyó en su Iglesia el admirable sacramento de la Eucaristía, por el cual se simboliza y se realiza la unidad de la Iglesia” (UR 2). Desde los comienzos de la Iglesia, ha sido considerada la Eucaristía como el símbolo de la unión de todos los creyentes. Dice una antigua plegaria eucarística: Respecto a la Eucaristía daré gracias así: Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los confines de la tierra. Y pues, los sacramentos efectúan la realidad que significan, la Eucaristía no sólo representa, sino que realiza la unión de los creyentes, ya que alimentándose éstos de un solo pan, la carne inmaculada de Cristo, se incorporan a él formando un solo cuerpo, su Cuerpo místico que es la Iglesia.

La unión de todos los fieles en Cristo, comenzada con el bautismo, se fortalece, perfecciona y llega a cumplimiento en la Eucaristía, por lo que se puede en verdad decir que “la Iglesia vive y crece continuamente” por la Eucaristía, que complementa “la edificación del Cuerpo” (LG 26, 17). Hablando de la Iglesia primitiva, aseguran los Hechos de los Apóstoles que le reunión de los creyentes era un solo corazón y una sola alma, unida y alimentada por la Eucaristía (Hc 4, 32; 2, 42); éste es el fruto que debe continuar produciendo en la Iglesia el Pan eucarístico: unidad de corazón y espíritu entre los creyentes, como consecuencia preciosa y lógica de la unión de cada uno con Cristo. Cuanto más profunda es la unión de los particulares con Cristo mediante la Eucaristía, tanto más generosa será la unión recíproca entre los que se alimentan de la misma Mesa, realizándose así la oración del Señor: “que sean perfectamente uno” (Jn 17, 23). Es por lo que la Iglesia ruega al Padre en la Misa: “que fortalecidos con el Cuerpo y Sangre de Cristo y llenos del Espíritu Santo formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu” (Pleg. Euc. III).
Como este pan, disperso un tiempo por los montes, fue recogido para formar una cosa, así, Señor, reúne a tu santa Iglesia de toda raza, de todo país, de toda ciudad, de toda aldea, de toda casa y haz de ella la Iglesia una, viviente y católica. (San Serapión, Oraciones de los primeros cristianos).
Publicado por: Elsa Robles
Fuente: Deguate.com
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
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